Un ramo que no se marchita y es eterno, que nace del fuego y el soplo lento de las manos que la crean. Es una pequeña obra de arte en vidrio soplado, diseñada y fabricada en España de forma completamente artesanal.
Las formas suaves y orgánicas de esta inflorescencia emergen del cristal como si brotaran del silencio y están colocadas una a una de forma que el baile entre ellas sea perfectamente irreconocible.
No hay dos flores iguales, porque cada una se moldea con la natural imperfección de lo hecho a mano, lo que lo convierte en una pieza única.
Es frágil, como todo lo que vale la pena cuidar.
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